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Sociedad

"Quién soy yo para juzgar a un gay", dijo el Papa y desató la polémica



Apenas el charter de Alitalia despegó del aeropuerto carioca de Galeao, el Papa Francisco levantó todos los embargos que había impuesto sobre sus contactos con la prensa. La aeronave partió de Río de Janeiro a las 19:35 del domingo, junto a 71 periodistas que pagaron 10 mil euros por el viaje. A ellos les concedió el primer encuentro del nuevo jefe de la Santa Sede con la prensa. Sucedió en pleno vuelo, pero como una pieza de relojería, transcurrió poco después que la cadena brasileña O Globo transmitiera, en exclusiva, el primer reportaje a la televisión mundial, donde dijo: "Un joven que no protesta, no me agrada."
Pero en el viaje a Roma, con micrófono en mano, el ex cardenal Jorge Bergoglio hizo un breve balance sobre las Jornadas Mundiales de la Juventud y sobre el final, contestó una pregunta –que le anticiparon "delicada"– sobre monseñor Batista Ricca, el prelado que Francisco designó en el IOR, más conocido como Banco del Vaticano, y que ahora fue acusado por tener "una conducta escandalosa" en Uruguay, en la nunciatura apostólica. El dardo, en pleno vuelo, buscó indagar sobre la relación del prelado con el llamado "lobby gay". Bergoglio agradeció la última pregunta de la rueda y retrucó. "No hemos encontrado nada. Pero yo querría añadir una cosa sobre esto. Luego usted hablaba del lobby gay. Se escribe mucho del lobby gay. Todavía no me he encontrado con ninguno que me dé el carnet de identidad en el Vaticano donde lo diga. Dicen que los hay. Cuando uno se encuentra con una persona así, debe distinguir entre el hecho de ser gay del hecho de hacer lobby, porque ningún lobby es bueno. Si una persona es gay y busca al Señor y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para criticarlo?", se preguntó ante la sorpresa de los periodistas. Y remató: "El catecismo de la Iglesia Católica lo explica de forma muy bella esto: dice que no se deben marginar a 'estas personas' por eso. Hay que integrarlas en la sociedad. El problema no es tener esta tendencia. Debemos ser hermanos. El problema es hacer un lobby. De esta tendencia hay lobby de los avaros, de los políticos, de los masones. Tantos lobbys. Este el problema más grande."
Ayer, cuando el avión aterrizó en Roma pasadas las seis de la mañana, la última frase fue el titular de todas las agencias de noticias. El Papa insiste sobre la presencia de los lobbys. Esta vez lo relativizó y apuntó a varias ramas, pero la primera vez que padeció una derrota de lo que llama "lobby gay" fue cuando la Argentina legalizó el matrimonio entre personas del mismo sexo y él todavía era arzobispo de Buenos Aires (ver aparte). Su papel, como la reticencia a aplicar la ley de salud reproductiva en su propia ciudad, lo pusieron en la habitual homofobia del clero, aunque siempre dijo que su límite era la "unión civil". Ahora quizás siga pensando lo mismo, pero su primera conferencia de prensa, abrió una nueva ventana sobre el tema, que aún no ha salido del discurso en una Iglesia que sigue condenando duramente la utilización del preservativo, cuando gran parte de los jóvenes que despidió en Río dicen usarlo, según una encuesta realizada por la consultora brasileña Datafolha sobre los fieles locales.
En otra pregunta previa, un periodista brasileño había tirado la primera piedra y le recordó al Papa que no había hablado "sobre el aborto ni sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo". El cronista le señaló que "en Brasil se ha aprobado una ley que amplía el derecho al aborto y otra que contempla los matrimonios entre personas del mismo sexo". Pero el Pontífice consideró que "no era necesario volver sobre eso (…), sino (hablar) de las cosas positivas que abren camino a los chicos", y agregó que "los jóvenes saben perfectamente cuál es la postura de la Iglesia".
El intercambio fue un testeo, cara a cara, sobre los primeros cuatro meses de papado argentino. Sobre el papel de la mujer en la Iglesia, reconoció que "aún no hemos hecho aún una profunda teología en la Iglesia" y graficó que "una Iglesia sin mujeres es como el Colegio Apostólico sin María". Sin embargo, en su pensamiento sobre la ordenación femenina, fue tajante: "La Iglesia ha hablado y dice no. Lo ha dicho Juan Pablo II, pero con una formulación definitiva. Esa puerta está cerrada."
En el balance, Francisco se mostró muy contento con el resultado de las jornadas: "Hoy no puedo creerlo, pero el gobernador hablaba de tres millones", dijo en el comienzo del encuentro, pero la alegría no le impidió repasar la sombra del Banco del Vaticano y del escándalo de la filtración de los papeles secretos del Papa Benedicto XVI. "La parte económica pensaba tratarla el año que viene (…) pero la agenda se cambió debido a unas circunstancias que ustedes conocen (…) No sé cómo terminará el IOR. Algunos dicen que tal vez es mejor que sea un banco, otro que es mejor que sea un fondo de ayuda, otros dicen que hay que cerrarlo". Sobre VatiLeaks, reveló que Ratzinger había investigado todo antes de dejar el pontificado. "Es un problema grande, pero no me he asustado", contestó Bergoglio, si bien la respuesta más graciosa fue cuando lo consultaron si todavía se siente jesuita. "Es una pregunta teológica porque los jesuitas hacen votos de obediencia al Papa. Pero si el Papa es jesuita, quizás tiene que hacer voto de obediencia al Padre General de los Jesuitas. No sé cómo se soluciona esto", dijo Bergoglio y rompió en risas. «

 

 

la carta en la que bergoglio llamó a una "guerra de dios"

"Les escribo estas líneas a cada una de ustedes que están en los cuatro monasterios de Buenos Aires. El pueblo argentino deberá afrontar, en las próximas semanas, una situación cuyo resultado puede herir gravemente a la familia. Se trata del proyecto de ley sobre matrimonio de personas del mismo sexo." Así comenzaba la carta que el entonces cardenal Jorge Bergoglio envió a las religiosas Carmelitas, seis días antes de que la Ley de Matrimonio Igualitario se tratara en el Senado, en julio de 2010. La carta seguía así: "No se trata de una simple cuestión política sino de la pretensión de destruir el plan de Dios, atribuida a una 'movida' del Padre de la Mentira", en evidente referencia al Diablo, y seguía: "Está en juego la identidad y la supervivencia de la familia: papá, mamá e hijos. Está en juego la vida de tantos niños que serán discriminados de antemano privándolos de la maduración humana que Dios quiso se diera con un padre y una madre." La carta cerraba con una exhortación a los legisladores: "Pidan por ellos, por sus familias; que el Señor los visite, los fortalezca y consuele. Pidan para que ellos hagan un gran bien a la Patria. Recordémosle lo que Dios mismo dijo a su pueblo en un momento de mucha angustia: 'Esta guerra no es vuestra sino de Dios'. Que ellos nos socorran, defiendan y acompañen en esta guerra de Dios."
La carta, publicada en esos días por la Agencia Informativa Católica Argentina (AICA), puso de manifiesto que el papable Bergoglio revistaba entre los más acérrimos opositores al matrimonio igualitario. Un año antes, en noviembre de 2009, ya se refería al tema en un comunicado del arzobispado porteño: "En el Derecho Romano, la palabra matrimonium se vinculaba al derecho de toda mujer a tener hijos reconocidos expresamente en el seno de la legalidad. El hecho de que una jueza (...) haya dictado un fallo declarando la inconstitucionalidad del Código Civil al impedir el matrimonio entre personas del mismo sexo, ignorando las condiciones para que el matrimonio sea considerado como tal, refleja un serio desapego a las leyes que nos rigen."

 

 

recelo entre las entidades

Las palabras del Papa generaron cierto recelo entre las organizaciones civiles de la diversidad sexual en la Argentina. César Cigliutti, presidente de la Comunidad Homosexual Argentina (CHA), explicó que "trabajamos desde hace 29 años por los derechos de nuestra comunidad lésbica, gay, travesti, transexual, bisexual e intersexual, y dentro de ese trabajo está, por supuesto, ‘hacer lobby’, especialmente cuando se debaten las leyes que necesitamos para tener los mismos derechos que el resto de la sociedad. En el debate de las leyes de Unión Civil en la Ciudad de Buenos Aires, de Matrimonio Igualitario e Identidad de Género, como siempre, hicimos el ‘lobby’ en los medios de comunicación, y ante los/as diputados y senadores/as, para dar información a través de nuestras campañas. La Iglesia vaticana también lo hizo, y el entonces cardenal Bergoglio también hizo lobby, junto a algunas iglesias evangélicas, en una marcha convocada el 13 de julio de 2010, y declaró públicamente una guerra de Dios para enfrentar la Ley del Matrimonio Igualitario".
Por su parte, Esteban Paulón, presidente de la Federación Argentina de Gays, Lesbianas, Bisexuales y Trans (FLGBT), pidió al Papa Francisco una autocrítica y una condena pública por alentar la discriminación y la violencia hacia gays, lesbianas, bisexuales y trans: "No es suficiente ‘no condenar’. Es preciso una profunda autocrítica sobre el papel desempeñado hasta aquí por la jerarquía vaticana, que ha costado miles de vidas en todo el mundo. En realidad, el Papa plantea en una forma marketinera lo mismo que la Iglesia ha dicho todo este tiempo, que no condena al ser humano, sino el acto homosexual. Además, las declaraciones del Papa son de un tenor que no pasaría sin condenas si fuera otro quien las dijera, como un presidente o un político, o incluso Ratzinger."
Manuela Castañeira, activista y precandidata a diputada por Nuevo Mas y Las Rojas, agregó: "Me parece que el Papa quiso utilizar un lenguaje más bien progre, hablando de rebeliones, pero hizo un llamado profundamente conservador, poniendo en el centro a Dios, mientras que lo que se pone en el centro es a los seres humanos y sus relaciones. Condena a la comunidad homosexual como si fuera una fuerza oscura, reaccionaria, cuando es al revés."

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