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Sociedad

12 de Octubre: Genocidio, codicia, tortura y muerte



El 12 de Octubre de 1492, una expedición encabezada por Cristobal Colón, puso en contacto por primera vez en la historia a dos continentes: América y Europa. Pronto comenzó una colonización a sangre y fuego en toda América. Los colonos europeos llevaron a cabo uno de los mayores saqueos de recursos de la historia e impusieron el esclavismo como modo de explotación humana y el cristianismo como religión obligatoria.

Hoy, en pleno año 2014, se nos sigue imponiendo la celebración de este día como fiesta nacional. Quieren que celebremos uno de los mayores genocidios de la humanidad.

Sabías que en su diario del Descubrimiento, Colón escribió 139 veces la palabra ORO y 51 veces la palabra Dios o Nuestro Señor?

Como sabemos, el 12 de octubre de 1492, llegaron a nuestro continente, los invasores europeos, comandados por el genovés Cristóbal Colón. Para entonces, América, era un paraíso verde esmeralda con una enorme cadena de montañas coronadas de nieves perpetuas que destilaban agua pura para nuestros arroyos, que a la vez se convertían en gigantescos ríos de rica biodiversidad.  En este escenario, de la “tierra sin mal”, vivían hombres y mujeres felices, fraternos y comunitarios, como parte misma de la naturaleza, que construyeron las civilizaciones mas desarrolladas del mundo, donde los pueblos podían realizarse como seres humanos; solidariamente.
Fue una de las más bellas islas del caribe, donde arribaron las carabelas con sus tripulantes agónicos, que fueron salvados de morir por el pueblo Taino, que asombrados por signos paralelos cósmicos, primero se acercaron con sus canoas y luego les dieron de beber y comer hasta el hartazgo.

Colón, aún en su delirio agónico, creía “estar en el paraíso y que los ángeles eran cobrizos” y cuando fue recibido por el cacique Canoabo, con sus aderezos de esmeralda y oro, el veneno de la codicia inundó su cerebro, e inmediatamente, pergeñó el genocidio para hacerse de todas las riquezas auríferas, ordenando a sus esbirros, la tortura y muerte de los jefes taínos para que indicaran de donde provenía tanta riqueza. Este fue el pago español a la solidaridad y primer genocidio en América. Así nos fue durante mas quinientos años y aun persiste bajo nuevas modalidades.
Nuestro continente, se contaminó del mal oliente pus de la avaricia occidental que en sucesivas olas migratorias nos esclavizaron para alimentar su lógica codiciosa. Nuestros pueblos convertidos en feudos, cuyos cimientos son testigos del genocidio más grande que la humanidad conoce: 80 millones de masacrados cruelmente, bendecido por los representantes de una religión que alegremente, en nombre “dios” y la evangelización compartió y avivó este terror a través de la inquisición que aún perdura a través de las “pastorales aborígenes”, fanáticos del ”fin de las ideologías” y domesticadores de “indios sincretizados” que dividen nuestros pueblos.

"Hubo un tiempo en el que todo era bueno. Un tiempo feliz en el que nuestros dioses velaban por nosotros. No había enfermedad entonces, no había pecado entonces, no había dolores de huesos, no había fiebres, no había viruela, no había ardor de pecho, no había enflaquecimiento. Sanos vivíamos. Nuestros cuerpos estaban entonces rectamente erguidos. Pero ese tiempo acabó, desde que ellos llegaron con su odio pestilente y su nuevo dios y sus horrorosos perros cazadores, sus sanguinarios perros de guerra de ojos extrañamente amarillos, sus perros asesinos.
Bajaron de sus barcos de hierro: sus cuerpos envueltos por todas partes y sus caras blancas y el cabello amarillo y la ambición y el engaño y la traición y nuestro dolor de siglos reflejado en sus ojos inquietos nada quedó en pie, todo lo arrasaron, lo quemaron, lo aplastaron, lo torturaron, lo mataron. Cincuenta y seis millones de hermanos indios esperan desde su oscura muerte, desde su espantoso genocidio, que la pequeña luz que aún arde como ejemplo de lo que fueron algunas de las grandes culturas del mundo, se propague y arda en una llama enorme y alumbre por fin nuestra verdadera identidad, y de ser así que se sepa la verdad, la terrible verdad de cómo mataron y esclavizaron a un continente entero para saquear la plata y el oro y la tierra. De cómo nos quitaron hasta las lenguas, el idioma y cambiaron nuestros dioses atemorizándonos con horribles castigos, como si pudiera haber castigo mayor que el de haberlos confundido con nuestros propios dioses y dejado que entraran en nuestra casa y templos y valles y montañas"

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