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Región

Una pequeña empresa de Feliciano, orgullo entrerriano

Lo que en sus inicios fue un pequeño taller de costura, actualmente se convirtió en una cooperativa textil llamada María Desatanudos, donde siete mujeres de Feliciano fabrican frazadas para el programa Cobijar, dependiente del Ministerio de Desarrollo Social, y generan ingresos genuinos.
Francisca González es la presidenta de la cooperativa textil Maria Desatanudos, de nuestra ciudad. La historia comienza en su casa, convertida en un pequeño taller, en el que enseñaba a las mujeres de su barrio a coser para hacerles la ropa a sus hijos y continúa, hoy, con una micro empresa textil a través de la cual provee a algunos municipios de las frazadas del Programa Cobijar, que depende del Ministerio de Desarrollo Social de Entre Ríos. Francisca es sólo uno de los casos de entrerrianos que han cambiado su vida a partir de tener la iniciativa de presentar su proyecto al Estado y acceder a posibilidades de desarrollo y crecimiento, a través del trabajo genuino. 



“Hace más de 10 años empecé con un pequeño tallercito a través del cual quería enseñar a algunas mujeres de mi barrio a coser la ropa de sus hijos; luego, las 10 que éramos, pusimos un taller comunitario: trabajábamos para caritas ad honorem; teníamos el plan `Jefes y jefas de hogar desocupados´ del que obteníamos unos 150 pesos que nos ayudaba. En esa época, comenzamos a capacitarnos con máquinas viejas, las que son a pedal”, cuenta Francisca, “después surgió la necesidad de que lo que hacíamos tuviera una remuneración, queríamos que nuestro oficio se convirtiera en una salida laboral. Hablamos con la intendenta (Silvia Moreno) y en el municipio nos pusieron en contacto con los programas provinciales. Así conocimos al Cobijar, que nos cambió la vida”, sentencia la mujer.

El Cobijar fuente de trabajo

El Programa Cobijar les dio la posibilidad de presentar un proyecto y adquirir máquinas de coser modernas e industriales, pero también de capacitarse para poder utilizarlas. Y, con este paso dado, comenzó el crecimiento constante. “Al ingresar al Cobijar el Estado provincial nos proveía de las materias primas para hacer las frazadas, nosotras poníamos nuestro trabajo y, por primera vez, nos pagaban por eso”, explicó Francisca. Esta producción de frazadas, junto a la de otros grupos productivos, era la que llegaba a cada rincón de la provincia donde hubiera un ciudadano con necesidad de abrigo. “Con el tiempo, no solo hacíamos frazadas sino que empezamos a fabricar también otro tipo de productos. Nos convertimos en una pequeña empresa. Ahí nos inscribimos como cooperativa”, continuó.

Cuando este grupo de trabajo estuvo bien constituido como equipo desde el Ministerio de Desarrollo Social se les ofreció pertenecer al Reeser, que es el Registro de efectores de la Economía Social de Entre Ríos, a partir de cuya inscripción quedaba también anotado en los registros nacionales y podían comenzar a operar como proveedores directos del Estado.

Se constituyeron en una cooperativa, lo que les permitió tributar, ampliar su mercado y crecer.

“Hoy, somos siete las mujeres que trabajamos en `Desatanudos´. Toda esta fue una experiencia muy linda que nos tiene hoy vendiendo en barrios, ferias y a gran escala ¡No lo podemos creer! Hasta ayudamos a la economía de nuestros hogares”, comentó con emoción Francisca.

Siendo cooperativa, el Estado ya no necesita proveerlas de materia prima, porque ellas no sólo se auto administran sino que se autofinancian con sus producciones o acceden a créditos que pagan mes a mes, para poder comprar los materiales que necesitan para el trabajo. En este sentido, desde el Ministerio de Desarrollo Social, en coordinación con el municipio, se les han ofrecido pre financiamientos que les permiten acceder a créditos para financiar hasta un 80 por ciento del precio total de ventas pre acordada.

El crecimiento fue comercial, social y familiar
La cooperativa textil de este grupo de mujeres de Feliciano ha crecido en todos los sentidos, en lo que tiene que ver con lo comercial, pero también en lo humano, en la manera de relacionarse. “Tenemos grandes demandas, pero estamos muy bien organizadas, hacemos grupos de dos turnos de trabajo: de 7 a 13 y de 13 a 18, así que podemos hacerle tiempo y lugar a todas las solicitudes”, señaló Francisca.

“Comenzamos siendo un grupo chiquito y no podemos creer en el estado en que estamos trabajando hoy, con máquinas modernas, industriales y tan coordinadas”, sostuvo Francisca que es madre de cinco hijos y esposa. Se siente agradecida con su familia porque siempre la ha apoyado. “Gracias ellos yo he podido crecer en lo que me gusta”, dijo.

“Tengo hijos que están estudiando, incluso en la universidad, pero todos colaboran en los momentos que pueden, lo mismo ocurre con los chicos de todas las mujeres que conformamos la cooperativa, todas tenemos familias numerosas que nos ayudan mucho”, agregó.

¿Por qué “María Desatanudos”?
Sorprendidas por la eficiencia con la que trabajó el Estado para que ellas pudieran tener las máquinas industriales de coser y azoradas por la rapidez con la que estuvieron en sus manos, después de haber hecho ellas el pedido y presentado el proyecto, dijeron “¡es un milagro!”. Así lo relataba Francisca: “Para nosotras fue un milagro conseguir las maquinas industriales en tan sólo dos meses, entonces tuvimos la sensación de que había sido un milagro. Así surgió la idea de ponerle ese nombre a la cooperativa en agradecimiento y honor a la virgen María Desatanudos”.

Un ejemplo bueno para replicar

“Yo le aconsejaría a todos que si tienen ganas de crecer, pongan esfuerzo, se dediquen y sigan para adelante, que van a lograr su objetivo. Tenemos que agradecer que hoy en día tenemos gobiernos (tanto en la Nación, como en la provincia y el municipio) que nos tienden una mano. A nosotras esa mano nos puso de pie y nos tiene hoy trabajando”.

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