Saltar menú de navegación Teclas de acceso rápido
Región

Brasil: enfrentamientos y manifestaciones dentro y fuera del estadio



Un grupo de manifestantes se enfrentó esta tarde en Río de Janeiro con policías que formaban un cerco para proteger al estadio Maracaná, donde la selección de Brasil y España jugaban la final de la Copa Confederaciones de fútbol, en el contexto de las protestas callejeras que sacuden a Brasil desde hace tres semanas.

El enfrentamiento ocurrió en la esquina de la calle San Francisco Javier y la avenida Maracaná, donde los manifestantes lanzaron objetos a los policías y éstos respondieron disparando bombas de gas lacrimógeno.

Los manifestantes, que ante los gases se dispersaron pero luego volvieron al lugar, formaban parte de una marcha de más de 1.000 personas, la segunda que hoy partió desde la plaza Sáenz Peña, en el barrio Tijuca, con dirección al estadio ubicado a dos kilómetros de distancia.

La primera de las marchas, mucho más numerosa -se calcularon unas 5.000 personas-, transcurrió sin incidentes, excepto por el intento de agresión a un periodista por parte de tres personas, de las cuales dos fueron detenidas y luego liberadas.

Con idéntico recorrido y consignas bastante similares -a favor de mayor presupuesto para salud y educación, y en rechazo de la corrupción y del gasto gubernamental para la Copa Confederaciones y el mundial de fútbol de 2014-, en la segunda manifestación, sin embargo, se vieron personas con el rostro cubierto y mochilas cargadas en sus espaldas.

En tanto, dos bailarines tuvieron gestos de protesta en plena fiesta de cierre: si bien la FIFA  prohíbe acciones políticas en sus eventos, los dos sujetos que estaban realizando una coreografía mostraron la bandera con la inscripción "Inmediata anulación de la privatización del Maracaná".

Ellos estaban disfrazados de balones de fútbol gigantes en el marco de la fiesta en la que cantaron Ivete Sangalo, Jorge BenJor, Arlindo Cruz y la presentación de una escuela de samba.

La privatización del Maracaná, escenario de la final Brasil-España, por 35 años, fue determinada a fines de mayo por el estado de Rio de Janeiro, luego de reforma el estadio por unos 500 millones de dólares.

Antes de que comenzara la primera marcha, unas 40 personas tomaron durante cerca de una hora el terreno donde se construye la nueva sede de la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF), también en Río de Janeiro.

Para garantizar la seguridad en la zona del estadio, donde se esperaba que concurrieran 70.000 espectadores, las autoridades movilizaron a 10.600 policías y 7.400 militares, el doble de la cantidad que habitualmente patrulla Río de Janeiro y la vecina Niterói, y los efectivos desplegaron un gran cordón de seguridad a un kilómetro del estadio.

Las protestas de hoy fueron convocadas por varios de los movimientos sociales que desde hace tres semanas protestan en las calles de Brasil para reclamar mejores servicios públicos y rechazar el gasto estatal en la organización de la Copa Confederaciones y el mundial de fútbol del año próximo, entre otras reivindicaciones.

Ahora en portada

Teclas de acceso